Cicerón/1

Author: Juan Nadie / Etiquetas:

Por su interés y perenne actualidad, traemos a este blog uno de los Momentos estelares de la humanidad. Catorce miniaturas históricas, de Stefan Zweig, una joya literaria e histórica de la que nadie debería privarse.
El momento se refiere a los idus de marzo de 44 a. C. (asesinato de César), visto a través de la figura del gran Cicerón.

[...] Tales momentos dramáticamente concentrados, tales momentos preñados de fatalidad, en los que una decisión destinada a persistir a lo largo de los tiempos se comprime en una única fecha, en una única hora y a menudo en un solo minuto, son raros tanto en la vida del individuo como en el curso de la Historia. Aquí he tratado de evocar, a partir de las más variadas épocas y regiones, algunos de esos momentos estelares: los he denominado así, porque, resplandecientes e inalterables como estrellas, brillan sobre la noche de lo efímero. [...] STEFAN ZWEIG


CICERÓN
15 de marzo de 44 a. C.

Lo más prudente que puede hacer un hombre sensato y no muy intrépido cuando se encuentra con otro más fuerte que él es evitarlo y, sin avergonzarse, aguardar un cambio, hasta que el camino vuelva a quedar libre. Marco Tulio Cicerón, el primer humanista del Imperio romano, el maestro de la oratoria, defensor de la justicia, se afanó durante tres décadas por servir a la ley heredada de sus mayores y por mantener la república. Sus discursos han quedado grabados en los anales de la Historia. Sus obras literarias, en los sillares de la lengua latina. Combatió la anarquía en la persona de Catilina. La corrupción, en la de Verres. Y la amenaza de la dictadura, en las de los generales victoriosos. Su libro De re publica se consideró en su época como el código ético del Estado ideal. Pero ahora llega alguien más fuerte. Con sus legiones galas, Julio César, al que en un principio ha promovido por ser el de más edad y el más notable, se ha convertido de la noche a la mañana en el dueño y señor de Roma. Como jefe absoluto del poder militar no necesita más que extender la mano para hacerse con la corona imperial que Antonio le ha ofrecido ante el pueblo congregado. En vano se enfrenta Cicerón a la autocracia de César, tan pronto como éste infringe la ley en el momento que cruza el Rubicón. En vano intenta movilizar a los últimos defensores de la libertad contra los violentos. Como siempre, las cohortes se muestran más poderosas que las palabras. César, a un tiempo hombre de espíritu y de acción, ha triunfado por completo. De haber sido vengativo, como la mayoría de los dictadores, podría haber eliminado sin contemplaciones, tras su clamorosa victoria, a ese obstinado defensor de la ley, o al menos haberle enviado al destierro. Sin embargo, más que todos sus triunfos militares, lo que honra a Julio César es su magnanimidad tras la victoria. A Cicerón, su opositor, ahora acabado, le concede la vida, sin hacer el más mínimo intento de humillarlo, y únicamente le sugiere que se retire de la escena política, que ahora le pertenece a él y en la que a cualquier otro sólo le corresponde el papel de figurante mudo y obediente. [...]
Traducción de Berta Vias Mahou

STEFAN ZWEIG

Continuará...